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El soporte de la premisa
Se le ocurre una idea para escribir. Le gusta. Usted piensa que es una buena idea y empieza a darle vueltas en la cabeza. Se sienta a delinear un argumento, o directamente a escribir (las dos opciones son válidas). Le gustan los personajes, cree que es interesante el tema y ve potencial en el desarrollo. Entonces, más o menos a mitad de camino, todo cambia. Ahora parece aburrido. Cada palabra que agrega parece obvia, cada escena es un cliché y la historia en general se vuelve tediosa. La magia ha desaparecido: ¿Por qué? ¿Dónde fue que perdió el rumbo? Hay una cosa sumamente importante que una novela no debe perder…