
Empatía
Cuando creamos una historia es preciso ser capaces de proyectar y comunicar emociones. Nuestra escritura no deberá ser una crónica imparcial a modo de noticia del periódico, sino que debe transmitir las emociones del momento en que se produce la acción. Pero no siempre el personaje coincide con nosotros en gustos, temores y filosofía de vida y aun así la comunicación de sus acciones debe ser verosímil; el lector querrá recibir las sensaciones propias de estar frente a ése personaje en particular. Para ello es necesario entenderlo, comprender una lógica que nos es ajena y poner esa comprensión en nuestra escritura.
El principio de empatía es lo que nos llevará a meternos en la piel de cada uno de los personajes de nuestra historia.
En este ejercicio hay que jugar a ser otra persona, hay que empaparse de su forma de ver las cosas, de su pasado y de sus convicciones, lo que nos llevará a actuar de una forma determinada que esa persona considera lógica.
La propuesta es generar una situación determinada, por ejemplo estamos en la cola del supermercado para pagar y la cajera de nacionalidad somalí se demora hablando con el cliente que está justo delante de nosotros.
¿Cómo reaccionan ante esa situación tres personas distintas?
– Un ama de casa a quien esperan sus hijos en el coche.
– Un jubilado mujeriego.
– Un joven perteneciente a un grupo de ultraderecha.
No hay que juzgar las ideas o los actos de estos personajes, sino hacerlos creíbles, darles vida. El cometido se habrá cumplido cuando reconozcamos en nuestra escritura que ésa es la forma más verosímil en que esa persona actuaría, sus actos y palabras suenan naturales y no las encontramos forzadas, incompletas o planas.


Un comentario
Fénix
Esta es una muy valiosa entrada. Realmente, cuando uno escribe sobre un personaje, sobre todo si lo hace en primera persona, tiene que interpretar, meterse en la piel del personaje y ser él. Es como actuar. Así lo creo.